6 de marzo de 2013

Después de Bin Laden, Hugo Chávez - Y el crimen se consumó…


Después de Bin Laden, Hugo Chávez
Y el crimen se consumó...

 

 

   El triste final de los enemigos del Imperio, y máxime después del peliculero asesinato “manu militari” del líder de Al Qaeda, Bin Laden y del ahorcamiento público, tras una parodia de juicio sumarísimo a cargo de los títeres iraquíes del genocida Bush, de Sadam Hussein, ya sabemos todos cual es: la horca, el tiro en la nuca, el bombardeo selectivo, la bomba lapa, el fusilamiento al amanecer, la desaparición guantanamera, el pseudojuicio con cadena perpetua por tráfico de drogas, el comando asesino de los Navy seal,s, los fantasmales “Consejos Nacionales de Transición” pagados y organizados por la CIA o, más recientemente (no se sorprenda en demasía el lector), el cáncer fulminante de etiología desconocida. Como el que acaba de aparecerle recientemente y sin que nadie sepa como ha sido al, en estos momentos y junto a la cúpula iraní, nuevo enemigo público nº 1 de la superpotencia global dirigida en la actualidad por el “bronceado” Obama: el presidente venezolano Chávez. Por lo que yo aconsejaría a los pocos enemigos mortales del Imperio USA que quedan en la actualidad sobre el tablero mundial que se aten bien los machos y a poder ser se doten con urgencia de túnicas de vestir perpetuas tipo Demis Roussos que les cubran de los pies a la cabeza, pero no de tela más o menos vistosa, que no se trata de que aparezcan con un talante más moderno y desenfadado ante sus ciudadanos de a pie, sino de plomo.

   Sí, sí, de plomo, para protegerse adecuadamente de eventuales ataques radiológicos provenientes del exterior pues aunque yo, evidentemente, no quiero, aquí y ahora, acusar a nadie de nada, lo cierto es que la tecnología de punta yanqui (al servicio, por supuesto, del Pentágono) hace ya muchos años que es capaz de tener permanentemente controlada y ubicada en su espacio vital (con un error de centímetros) a la persona que representa un objetivo a batir, es decir, a aquella que no es grata o, pura y simplemente, enemiga de los intereses sacrosantos del Imperio, y además ha desarrollado armas secretas de destrucción masiva y selectiva, absolutamente indetectables a día de hoy, capaces de eliminar o neutralizar (un vocablo este último de corte más castrense pero que significa lo mismo para los servicios secretos) a esa persona “non grata”, previamente localizada y controlada, con un simple clic de ordenador (militar, por supuesto). Un clic que activará, en cuanto los altos intereses del Imperio así lo aconsejen, la sofisticada arma que a bordo del satélite militar mejor posicionado para cumplir la “sagrada misión” pueda hacerlo en el más absoluto de los secretos e, incluso, sin que la propia víctima sea consciente del ataque sufrido. Que no tiene por qué ser de efectos fulminantes pues hoy en día los ingenios químicos, biológicos y, sobre todo, los radiológicos, permiten deshacerse de cualquier objetivo enemigo a distancia y, si es necesario, con resultados a corto o medio plazo a través de enfermedades generadas o potenciadas en el mismo.

   ¡Esto es ciencia/ficción! pensará en este momento algún sorprendido lector. ¿Adonde quiere llegar este antiguo militar de Estado Mayor metido a escritor políticamente incorrecto dando a entender que la enfermedad oncológica del mandatario venezolano enemigo de USA ha podido ser propiciada o generada por alguna radiación disparada ad hoc desde alguno de los numerosísimos satélites operativos del Ejército norteamericano?

   Pues voy a tratar de contestar a esta su teórica y no formulada pregunta, amigo lector, aún a riesgo de enrollarme más de lo prudente en esta espinosa cuestión. Y para ello voy a comenzar transcribiendo un párrafo de mi libro “El Ejército español. De poder fáctico a ONG humanitaria”, publicado en Mayo del 2004, un año largo después de la invasión de Irak por parte del Ejército norteamericano.

   Así relataba mi modesta pluma lo acontecido en ese país, en el plano puramente operativo, durante el primer año de la contienda y el estupor consiguiente suscitado en mi persona, un veterano estratega y militar de carrera del Ejército español con experiencia de guerra y amplios estudios militares de Estado Mayor tanto en España como en el extranjero:

   “A día de hoy, un año después de que el alto mando aliado diera por finalizada la guerra en Irak (en realidad la guerra, como todos sabemos, no ha terminado, ni mucho menos), existen indicios racionales de que en esa desigual contienda bélica el Ejército norteamericano, como hiciera en la II Guerra Mundial con la bomba “A”, en la de Vietnam con el napalm y el “agente naranja” y en la I Guerra del Golfo con los proyectiles de uranio empobrecido, ha vuelto a utilizar armas de destrucción masiva o prohibidas por leyes u organismos internacionales para conseguir sus fines estratégicos: acortar drásticamente la duración de la guerra y evitarse miles de bajas de sus soldados. En esta ocasión (los tiempos adelantan que es una barbaridad) los halcones de la Casa Blanca habrían echado mano de ingenios nucleares tácticos de “reducida potencia”, de los llamados “limpios”, desarrollados a partir de aquellas famosas bombas de neutrones dadas a conocer al mundo hace años por USA (que anulan todo tipo de vida orgánica dentro de su radio de acción sin afectar para nada a las infraestructuras civiles) y susceptibles de “enmascararse” adecuadamente en el amplio operativo de bombardeos masivos sobre la nación iraquí, para masacrar desde el aire sin ninguna piedad, para volatilizar, para incinerar en una orgía de destrucción y muerte a miles y miles de soldados de las Unidades de elite de Sadam Hussein. Destruyendo así en cuestión de días, como prometió en su momento el halcón/asesino yanqui Rumsfeld, la espina dorsal del Régimen iraquí y propiciando su desmoronamiento inmediato”.

   Estas denuncias sobre la misteriosa desaparición o aniquilamiento de la flor y nata del Ejército iraquí (cinco Divisiones de la Guardia Republicana, dos de ellas, entre las que se encontraba la mítica División Medina con fama de invencible desde su heroica actuación en la guerra con Irán, en la defensa de la primera línea de defensa de Bagdad y otras tres en el intento de recuperar el aeropuerto de la capital iraquí, defendido por un pequeño destacamento yanqui de apenas quinientos soldados), vertidas en mi libro sobre el Ejército español que acabo de señalar y en bastantes artículos de prensa y realizadas por mi humilde persona a partir de las declaraciones de algunos analistas militares y políticos iraquíes que no podían comprender el rápido desmoronamiento de las Unidades combatientes mejor preparadas y con más experiencia de su Ejército ante un invasor diez veces menor que él, serían recogidas y analizadas a nivel mundial durante meses en páginas web de numerosas instituciones de defensa de los derechos humanos, militares, políticas y hasta de la Iglesia católica, sin que hasta la fecha nadie, a nivel oficial u oficioso, se haya atrevido a desmentirlas o descalificarlas de algún modo. Lo que sí confirmarían oficiosamente algunas fuentes militares estadounidenses es que en la I Guerra del Golfo (enero de 1991) sus Fuerzas Armadas llegaron a utilizar, con carácter experimental, al menos un ingenio nuclear táctico contra determinado objetivo castrense de Sadam Hussein.

   A este historiador militar no le cabe la menor duda a estas alturas de la siniestra película de la invasión de Irak por parte de las huestes del genocida Bush, de que decenas de miles de soldados iraquíes (concretamente 70.000 pertenecientes a sus mejores Unidades acorazadas victoriosas en la larga lucha de ocho años con Irán) fueron masacrados desde el aire en cuestión de minutos por armas secretas de destrucción masiva lanzadas al socaire de los grandes bombardeos de saturación que sufrió la capital iraquí durante los primeros días (mejor cabría decir noches) de guerra tras la invasión norteamericana del 20 de Marzo de 2003. Y es que ya durante su etapa de profesor de Estrategia e Historia Militar en la Escuela de Estado Mayor, a finales de los años ochenta del pasado siglo, tuvo la oportunidad de recibir abundante información secreta tanto sobre la llamada Estrategia MAD (Destrucción Mutua Asegurada) en la que andaban enfrascados las dos grandes superpotencias que se repartían el mundo en aquellos dramáticos momentos como de la denominada popularmente “guerra de las galaxias” (técnicamente “Iniciativa de Defensa Estratégica”) que el presidente Reagan se sacó de la manga para defender los cielos del gigante norteamericano de los misiles balísticos intercontinentales y de los satélites soviéticos. Muralla defensiva que contemplaba el empleo, desde satélites espaciales propios, de cañones lumínicos de alta potencia desarrollados a partir de la tecnología láser, capaces de destruir blancos espaciales que se movieran a grandes velocidades de crucero y objetivos en tierra de cualquier tamaño y protección. Y, también, el uso de ingenios atómicos y nucleares susceptibles de enviar a larga distancia radiaciones letales tanto contra estructuras militares o civiles como contra personas, protegidas o no.

   Así es que, amigo lector, no hablo por hablar. Y lo hago con conocimiento de causa y, desde luego, con mesura y prudencia para no alarmar en demasía al personal (absolutamente mayoritario) al que no le gusta ni poco ni mucho el imperialismo yanqui, actualmente en decaimiento progresivo e imparable. ¡Ojo al dato, pues, próceres de este mundo globalizado que los sicarios del emperador USA (en la actualidad el bronceado Obama), del Pentágono y la CIA, no se paran en barras ni en estrellas y son capaces y están dotados de los medios técnicos y profesionales necesarios para darle un susto (mortal) a cualquier homo (sapiens o no) que se oponga a sus deseos imperiales! Y no digamos nada si el susodicho mortal es un político que “larga” una barbaridad por radio, televisión e Internet contra los sacrosantos designios de los Estados Unidos de Norteamérica y, encima, ostenta el cargo de presidente de una pequeña nación en vías de desarrollo, rica en petróleo, antigua vasalla del Imperio y posteriormente reciclada como líder de un numeroso grupo de países iberoamericanos que no quieren seguir como subordinados perpetuos de su antiguo amo USA.


Madrid 30 de diciembre de 2011

Fdo: Amadeo Martínez Inglés
Coronel. Escritor. Historiador.


Nota: El artículo que antecede, lo escribí el 30 de diciembre de 2011, escasos meses después de que se le detectara un cáncer de etiología desconocida al presidente Chávez. Fue publicado en numerosos medios digitales de diferentes países. Hoy, 6 de marzo de 2013, con profundo dolor, redacto la siguiente apostilla trágica:

 

Y el crimen se consumó…


   Un crimen más (de Estado, por supuesto), amigos, compañeros, demócratas de este perro mundo globalizado capitaneado todavía por los halcones del Pentágono y los “emperadores marionetas” (de color incluidos) del Despacho oval. Un nuevo asesinato del Imperio a sumar a los miles, centenares de miles, millones cometidos a lo largo del siglo XX y principios del XXI en Hiroshima, Nagasaki, Vietnam, Irak, Afganistán, Panamá, Somalia, Pakistán, Palestina… utilizando sus armas de destrucción masiva, sus misiles crucero, sus aviones invisibles, sus comandos navy seals, sus nuevos ingenios de alta tecnología, sus aviones sin piloto, etc, etc. Y, también, las trampas mortales, envenenamientos, desapariciones y asesinatos selectivos en las personas de revolucionarios o dirigentes de países “gamberros” enemigos de su omnímodo poder.

   Estaba cantado y algunos (pocos, muy pocos, que por obligaciones de nuestros cargos profesionales hemos debido estar al tanto del inmenso poder de la alta tecnología de la destrucción masiva o selectiva USA) desde hace ya bastantes meses esperábamos el fatal desenlace. El revolucionario, el hombre, el líder que se había atrevido a levantar en armas a media América no viviría el tiempo suficiente para terminar su labor en detrimento de los últimos vestigios del Imperio de la “hamburguesa y el misil crucero”. Y debía morir. Utilizando, si era precisa, la secreta y sofisticada parafernalia antipersonal VIP geoestacionada permanentemente sobre sus condenadas vidas.

   El que esto escribe, sumamente preocupado, empezó a descontar los “días y las horas Chávez” desde aquél famoso episodio de la Asamblea General de Naciones Unidas en el que el mandatario venezolano trató de Lucifer al mismísimo genocida Bush, el invasor y masacrador de doscientos mil ciudadanos iraquíes.

   Y todavía, en un día como el de hoy, la cavernícola derecha franquista española se atreve a insultar y vilipendiar, a tratar de dictador a un político honesto y valiente como pocos, que se sometió una y otra vez al mandato de las urnas incluso para cambiar la Constitución de su país (y que perdió en primera instancia), cosa que no hicieron el despreciable binomio ZP-Rajoy cuando en petit comité, con nocturnidad y alevosía, se permitieron cambiar la nuestra, la “modélica” Constitución Franquista del 78.

   Yo, amigos, desde estas modestas líneas redactadas con el corazón en un puño por un profesional de las armas (no las secretas e insidiosas de los verdaderos dictadores del terror) que lucha por la libertad, invito a los Gobiernos de Venezuela, Cuba y demás países iberoamericanos y del resto del mundo civilizado que aman la paz, la justicia y la igualdad de los pueblos a que abran, auspicien y provean una muy necesaria y urgente investigación tecnológica y sanitaria para llegar al fondo de lo que a todas luces, a día de hoy y, por supuesto, sin poder confirmarlo al cien por cien, constituye un execrable asesinato de Estado.

   ¡Honor y Gloria a un gran hombre, inteligente político y valeroso soldado! Seguro que tu patria, amigo y compañero Chávez, te recompensará llevándote al cenit de la Historia.


Fdo: Amadeo Martínez Inglés
Coronel. Escritor. Historiador